Por Hans Christian Rangel
Actualmente en el país, viene creciendo la creencia de que los agudos problemas nacionales y la crisis económica internacional se solucionarán, con Barack Hussein Obama en la presidencia de los Estados Unidos.
Algunos medios de comunicación regionales, (sin ahondar en la esencia imperialista del programa y la política del nuevo Mesías), han hecho gran propagan creando falsas ilusiones con el hijo de un hombre de Kenya y de una mujer de Kansas.
Ni Demócratas ni Republicanos se oponen al neoliberalismo y sus Tratados de Libre Comercio. El hecho de que la mayoría Demócrata hayan mandado al congelador el TLC con Colombia no quiere decir que no estén de acuerdo con el libre comercio. Prueba de ello es que una semana antes de la congelación del tratado con Colombia, los demócratas aprobaron el TLC con Perú, que en su esencia es igual que el suscrito por el gobierno colombiano. Lo que pasa es que los senadores (que votaron a favor del congelamiento) no quieren nada que los vinculen con el Presidente Uribe, quien no ha explicado las telarañas que unen a su gobierno con el paramilitarismo.
Tanto Obama como John McCain están identificados en defender la hegemonía norteamericana, aumentando y tecnificando sus fuerzas y bases militares en todo el mundo, fortaleciendo el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial de Comercio, promoviendo las transnacionales de los Estados Unidos, y buscando mano de obra barata y control de más fuentes de materias primas por doquier.
Obama, admirador ferviente de Ronald Reagan, plantea un gobierno "unificador" que amortigüe las contradicciones internas (una especie de Frente Nacional) para "revitalizar las tradiciones, raíces, propósitos y poderío de los Estados Unidos".
Obama aprobó en tres ocasiones los fondos para la guerra en Irak y votó a favor el Patriot Act, una ley que legitima la tortura y viola los derechos democráticos de la población.
Además, votó el oprobioso muro fronterizo con México, propone medidas drásticas contra los inmigrantes, defiende la privatización de la salud y la educación, no rechaza la pena de muerte, propone enviar más tropas a Afganistán, aplaudió a Uribe por la violación de la soberanía e integridad territorial de Ecuador, dijo que bombardearía aldeas de Pakistán sin pedir permiso a su gobierno y se niega a firmar el Protocolo de Kioto y decenas de convenios internacionales sobre derechos de los niños, la mujer, los trabajadores y la protección ambiental.
No hay que olvidar que desde hace un siglo los Estados Unidos se transmutaron en una potencia imperialista y desde esa época Colombia y América Latina han padecido el saqueo de los recursos naturales y el control neocolonial.
Nuestra solución no está en pasar de mendigos nacionales a mendigos internacionales. Vivimos un mundo y una época donde el apetito de mayores ganancias sepulta el humanismo y legitima la más insensible crueldad, la nueva opresión y la muerte. Nadie vendrá de afuera como un arcángel celestial a superar los problemas de Colombia. Solo liberando nuestra mente de ataduras esclavistas, basándonos en nuestros propios esfuerzos y procurando una sociedad realmente soberana y democrática podremos iniciar la senda del progreso.