viernes, 7 de noviembre de 2008
EDUQUEMOS EL CORAZÓN
Posted on 20:23 by Pequeños Maestros
Por Lic. Jorge Henríquez Freile
A menudo solemos escuchar quejas de los padres de familia sobre la falta de solidaridad que tienen los jóvenes de hoy con ellos cuando están en aprietos o necesitando una mano amiga. Esto es tan frecuente y, a la vez, preocupante ya que muchas madres lloran inconsoladamente al ver que sus hijos, sean hombres o mujeres, las ven “camellando “duro para sostenerlos en alimentación y estudios y ni siquiera se “mosquean” cuando las ven en apuros. El problema es que no tienen corazón ni valores bien formados.
Cuando se gradúan de técnicos o profesionales derrochan la platica del sueldo en Old Parr, parrandas en fines de semana y celulares costosos, mientras que las madres lloran esa suerte que les ha tocado y que les parte el alma, exteriorizando con lágrimas este infortunio. ¿A qué se deberá esto? Veamos. Los padres de familia hemos acostumbrado a los hijos a que todo lo tengan fácil y rápido, sin luchar, sin meter la mano. Los complacemos en todo y no los enseñamos a esperar los momentos que la vida le va presentando para tener todo lo que quieran.
Están confundidos, pues no saben conjugar el verbo APORTAR, y no lo saben porque los hemos enseñado a recibir pero no a dar.
En el colegio les da pereza todo, no cumplen con los trabajos, les fastidia y les da sueño estudiar, estudiar, hacer un mapa conceptual, una cartelera y unas dispositivas para la exposición. Otros inventan que no van a clases los martes y los viernes porque hay “pico y placa” en el Liceo, y así sucesivamente, desperdiciando la energía y el entusiasmo que los jóvenes deben aportar para transformar las cosas y superar el desgano. Los educadores tenemos un quehacer importante en este sentido, debemos no solamente instruir para que sepan el cómo manejar fórmulas, frases, aparatos, etc.; también tenemos que formarlo en valores sólidos y educarle el “corazón” para que sean buena gente, emprendedores, altruistas y soñadores para que no endiosen el Old Parr y las parrandas y, por el contrario, se fijen metas y retos plausibles para hacer sonreír a sus padres.
Estructuremos su personalidad cultivando su corazón con el mismo empeño con que cultivamos su intelecto para que vean la vida como un desafío fascinante en el hacer y agradecer.
No se le puede dar todo a la juventud, es mejor darle poco y enseñarles a trabajar “a brazo partido” para que no se quejen tanto pues cultivando más el hacer y la gratitud, estamos formando jóvenes con corazón y más generosos con su familia y con la patria.
Como es ya mi costumbre, cierro con esta frase célebre de VIRGILIO: “Un camino sin obstáculos y son formación conduce a algún lugar que no vale la pena”.
A menudo solemos escuchar quejas de los padres de familia sobre la falta de solidaridad que tienen los jóvenes de hoy con ellos cuando están en aprietos o necesitando una mano amiga. Esto es tan frecuente y, a la vez, preocupante ya que muchas madres lloran inconsoladamente al ver que sus hijos, sean hombres o mujeres, las ven “camellando “duro para sostenerlos en alimentación y estudios y ni siquiera se “mosquean” cuando las ven en apuros. El problema es que no tienen corazón ni valores bien formados.
Cuando se gradúan de técnicos o profesionales derrochan la platica del sueldo en Old Parr, parrandas en fines de semana y celulares costosos, mientras que las madres lloran esa suerte que les ha tocado y que les parte el alma, exteriorizando con lágrimas este infortunio. ¿A qué se deberá esto? Veamos. Los padres de familia hemos acostumbrado a los hijos a que todo lo tengan fácil y rápido, sin luchar, sin meter la mano. Los complacemos en todo y no los enseñamos a esperar los momentos que la vida le va presentando para tener todo lo que quieran.
Están confundidos, pues no saben conjugar el verbo APORTAR, y no lo saben porque los hemos enseñado a recibir pero no a dar.
En el colegio les da pereza todo, no cumplen con los trabajos, les fastidia y les da sueño estudiar, estudiar, hacer un mapa conceptual, una cartelera y unas dispositivas para la exposición. Otros inventan que no van a clases los martes y los viernes porque hay “pico y placa” en el Liceo, y así sucesivamente, desperdiciando la energía y el entusiasmo que los jóvenes deben aportar para transformar las cosas y superar el desgano. Los educadores tenemos un quehacer importante en este sentido, debemos no solamente instruir para que sepan el cómo manejar fórmulas, frases, aparatos, etc.; también tenemos que formarlo en valores sólidos y educarle el “corazón” para que sean buena gente, emprendedores, altruistas y soñadores para que no endiosen el Old Parr y las parrandas y, por el contrario, se fijen metas y retos plausibles para hacer sonreír a sus padres.
Estructuremos su personalidad cultivando su corazón con el mismo empeño con que cultivamos su intelecto para que vean la vida como un desafío fascinante en el hacer y agradecer.
No se le puede dar todo a la juventud, es mejor darle poco y enseñarles a trabajar “a brazo partido” para que no se quejen tanto pues cultivando más el hacer y la gratitud, estamos formando jóvenes con corazón y más generosos con su familia y con la patria.
Como es ya mi costumbre, cierro con esta frase célebre de VIRGILIO: “Un camino sin obstáculos y son formación conduce a algún lugar que no vale la pena”.
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5 Response to "EDUQUEMOS EL CORAZÓN"
nosotros los hijos tenemos que darle gracias a DIOS por tener madres que se preocupan por el bienestar de sus hijos.
nosotros los hijos tenemos que darle gracias a DIOS por tener madres que se preocupan por el bienestar de sus hijos.
lo que pasa con la juventud de
ahora no piensan en los daños que le causan alos demas ni se detienen
amirar lo que pasa al rededor de su mudo nisus familiares
que esos jovenes no saben lo que es para alguien una madre y si hubiera un castigo ellosse lo mereserian
que esos jovenes no saben lo que es para alguien una madre y si hubiera un castigo ellosse lo mereserian
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